En 1981 el escritor argentino Julio Cortázar (1914-1984) optó por la nacionalidad francesa en protesta contra la dictadura militar de su país, que prohibió sus obras. Antes de esos acontecimientos, Cortázar había visitado cuatro veces Chile, siendo la última en noviembre de 1970. En ese periplo alcanzó a compartir con sus pares chilenos y con los estudiantes de la Universidad de Chile en el Instituto Pedagógico, además de perderse en las noches santiaguinas. En febrero de 1981 envía a través de su amigo, el semiólogo chileno Álvaro Cuadra (a quien conoció durante su exilio en París), un audio como un saludo a los jóvenes escritores chilenos, solidarizando con aquellos que sufrieron persecución tras el golpe de Estado de 1973.
El siguiente texto es la transcripción de esa grabación. Agradecemos al profesor Cuadra la gentileza de compartir con Nass Papier este material, hasta ahora inédito.
"Siempre me parece extraño hablar, improvisar para alguien a la distancia, sabiendo que va a llegar un momento que esa distancia quedará abolida y que mi voz será una presencia futura junto al que me esté escuchando. Cuando pienso en eso me alegro de que exista esta manera de envasar y transmitir la voz, sobre todo en este caso, en que por razones muy claras yo no puedo estar cerca de ustedes. Y ni siquiera los conozco personalmente, salvo una que otra excepción. Pero es así. Si no se entra por la puerta siempre se puede entrar por la ventana. Y me parece bueno, y hasta necesario, sentirme un momento en contacto con ustedes, escritores jóvenes de Chile, no porque tenga nada importante que decirles, sino por ese sentimiento que nace de la amistad y la solidaridad y que hace que los amigos siempre se sientan bien cuando están un momento juntos, intercambiando algunas frases, sintiéndose más acompañados. Sé que ustedes están trabajando fuerte. Conozco algunas muestras de ese trabajo, y creo que tanto yo como muchos otros amigos lejanos esperamos todavía más de sus esfuerzos.
Yo sé que nada es fácil para un escritor joven, y todavía menos fácil en el caso de ustedes. Precisamente por eso me alegra hacerles llegar estas palabras que espero sean de estímulo y decirles que el trabajo literario que están realizando forma parte de esas tareas importantes que tenemos todos que cumplir con respecto a nuestras patrias, con respecto a toda América Latina. Yo no soy hombre de dar consejos, y cuando un joven escritor me los pide, le digo siempre que lo único que puedo aconsejarle es que siga adelante sin pedirle consejos a nadie. Eso no quiere decir que un joven no encuentre orientación y estímulo en los libros de sus escritores preferidos, pero fuera de eso no hay ni decálogos ni estatutos para la buena literatura. En cambio, yo diría que hay una exigencia casi terrible que cada escritor tiene que tener consigo mismo para ir hasta el límite de sus posibilidades creadoras, para no quedarse en el camino. La literatura, en ese sentido, pienso que tiene algo de implacable. No perdona nunca si uno la trata livianamente. En cambio, se entrega del todo a aquel que la busca deveras en el fondo de las cosas y sobre todo en el fondo de sí mismo. Aunque sea jugando, porque la literatura también es un juego. Un gran juego, muy serio al mismo tiempo. No tiene nada de cosa científica o filosófica. La literatura es como un gato y no como un teorema.
Bueno, aquí le dejo a Álvaro Cuadra estas pocas palabras para todos ustedes, mis amigos de allá. Espero seguir leyéndolos, teniendo noticias de ustedes. Espero encontrarlos un día para que bebamos vino y hablemos de novelas o de lo que nos dé la gana. Y espero que eso sea en Santiago un día. Quisiera tanto volver a Santiago donde dos veces fui muy feliz junto a los chilenos. Guárdenme un lugar entre ustedes y por el momento un abrazo muy fuerte".
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