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Foto del escritorTamara Croxatto

Ángel de Juan: “Para escribir, primero se debe vivir”

Actualizado: 26 mar

Ángel de Juan es un artista chileno nacido en 1983, en Santiago. Actualmente vive en Puerto Montt, donde dedica su tiempo a escribir y componer música, además de trabajar en una notaría. Tanto en sus escritos como en sus canciones intenta reflejar las problemáticas sociales de las cuales también ha sido parte, como la desigualdad, la competitividad extrema asociada al neoliberalismo y la soledad, entre otras. Parte de sus principales intereses son el conocer mejor el comportamiento a través del arte para encauzar a las personas a volver a lo que nos hace humanos y que los aleje del consumismo. A esta conclusión llega, al menos, luego de haber estudiado Ingeniería en Administración de Empresas con mención en Marketing y pasar por experiencias laborales dentro de sistemas completamente jerárquicos y estructurados como lo son las empresas de retail y el propio Ejército de Chile. En esta entrevista conversamos a propósito de la publicación de su primer libro, un relato breve e ilustrado titulado “El hombre teñido de rojo” (Editorial Nass Papier, 2024).



¿Cuánto de músico hay en Ángel de Juan y cuánto hay de escritor en el momento que eres músico? ¿Cómo se relacionan ambas expresiones creativas?

Supongo que ambas facetas interactúan entre sí de maneras poco identificables. La verdad, no es algo que me cuestione, pero por un lado mi yo “músico” requiere de mi yo escritor para hacer las letras de mis canciones, y por otro, mi yo “escritor” hace uso de diferentes ritmos para escribir según lo requiera el relato. También reconozco que, hasta ahora, siempre en mis textos nombro a alguna banda musical o canción. Ah, eso sí, siempre que escribo tengo música de fondo y la voy cambiando según el ánimo del momento y lo que esté escribiendo. En mi vida la música y la escritura han estado presentes desde mi niñez, es imposible zafar de ellas.


¿Crees que tus rutinas lejos de Santiago han influido en lo que haces ahora creativamente? Coméntanos algo de esos cambios vividos.

Me parece que no, al menos no directamente. Sigo creando igual que cuando lo hacía en Santiago. Vivir en región, eso sí, es muy diferente a vivir en la capital. Aquí me di cuenta de que aquello de que “Santiago es Chile” lamentablemente es verdad. Puerto Montt es muchísimo menos competitivo, la vida es mucho más tranquila y estar en mayor contacto con la naturaleza es impagable, pero también hay una sensación de escasez permanente, de abandono y también de desconfianza. Aquí todo sucede puertas adentro, los círculos son muy cerrados y cuesta generar lazos con la gente. En este sentido tengo suerte de que mis aficiones tengan relación con el aislamiento, la soledad y la contemplación. Estar en este tipo de ambiente me facilita crear, pero claro, probablemente si hubiera nacido aquí no habría escrito “El hombre teñido de rojo”, tal vez de igual manera habría escrito algo, pero otra cosa.


¿Te sientes cómodo en equipos de trabajo (música u otros) o prefieres la soledad en tus proyectos? ¿Qué diferencias existen en el resultado?

Me puedo llegar a sentir relativamente cómodo en equipos de trabajo. No podría generalizar, ya que cada persona es diferente y, al trabajar con más gente todos debemos ceder “algo” de una u otra forma. ¿Qué prefiero? Creo que dependerá de lo que uno emprenda. Hay muchas variables. Pero, por ejemplo, creo que el escribir es algo muy personal, una forma de expresión y de autoconocimiento que requiere alejarse del mundo y muchas veces adentrarse en nuestros rincones más oscuros. Por otro lado, para escribir también se debe haber vivido, pero cuando se narra, se narra y cuando se vive, se vive. No puedes hacer las dos cosas simultáneamente. Es importante escribir, pero vivir lo es mucho más. Es sano intentar tener un cierto equilibrio y, de vez en cuando, sacar la cabeza a la superficie y seguir viviendo para ganar experiencias y así volver, en algún momento al aislamiento y reclusión de la escritura. En este sentido, cuando ya terminaste de escribir es bueno mostrarle tu manuscrito a personas de confianza que sepas que te pueden aportar. Ellos te pueden mostrar cosas que no viste, diferentes detalles y puntos de vista que pasaste por alto. Esto puede ser muy valioso. Con esto puedes corregir. Escribir es laborioso, corregir puede que lo sea mucho más. Entonces, ahí tienes, a veces es necesario alejarse de la gente y otras es prudente acercarse e interactuar con otros y otras personas. Al menos así lo veo.


¿Qué autores u obras han influido en lo que escribes, ya sea por temáticas o estilos?

Me cuesta hablar de referentes o de influencias. Puede ser porque tengo muy mala memoria o porque nunca fui un gran lector. Hoy, aunque me gusta mucho leer, leo lento y el día se me pasa muy rápido. Creo que durante años hice una especie de trabajo de deconstrucción de mi persona, (trabajo que posiblemente no acaba jamás) y ahora trato de ser lo más honesto posible conmigo en las cosas que hago. Intento que nada se me pegue ¿sabes? Sé que es imposible, pero quizás por eso mi memoria sea tan mala, algo así como un mecanismo de defensa ¿me explico? Seguro que tengo influencias, pero no soy consciente de ellas. Nunca he intentado copiarle a nadie, ni en la escritura ni en la música. Sí podría decirte que algunos cuentos de Charles Bukowski me han atrapado. Me gusta aquella simpleza del realismo sucio, creo que es bastante atingente a la vida de hoy, en donde se busca la inmediatez y pasar de una cosa a otra de manera rápida, aunque también me hago mis cuestionamientos al respecto.

Aparte, creo importante mostrar lo feo de las cosas y, en este sentido, me siento bastante alineado con el realismo sucio y la paso bien leyendo a autores como John Fante o Richard Ford. Tanto pensamiento positivo me pone mal. Me refiero al positivismo tóxico y hacia donde se encamina como estrategia. La vida no es como en las plataformas de redes sociales, pero estamos bien jodidos, todos caminamos hacia un hoyo del cual no podremos salir, y obviamente no me refiero a la muerte biológica parte del ciclo natural de la vida, sino a una muerte colectiva en vida, una extinción de todo lo que nos hace humanos.

En fin, últimamente estoy leyendo más cuentos que otra cosa: Juan Carlos Onetti, Hernando Téllez, Horacio Quiroga, y a otros grandes maestros sin ningún orden ni plan, simplemente leo lo que siento que debo leer en un momento dado, lo que me llama o atrae, pero no me atrevería a decir que alguno de ellos me haya influenciado, ojalá que así sea, pero que yo no me dé cuenta.


¿Recuerdas lo primero que escribiste (puede no estar publicado) y en qué circunstancias surge ese texto?

Mi papá me dijo que a mis cinco años le dicté una historia de vaqueros para que él la escribiera, no sé si eso cuenta. Aquello nunca se publicó y se perdió en alguna mudanza. Ahí se fue mi primer best seller. Pero eso no se quedó ahí, no, el bichito siguió creciendo y de preadolescente escribía cartas de amor, algo que por mi timidez se mantuvo durante algunos años, incluso cuando ya eran tiempos de emails, celular y SMS. Y bueno, todo lo anterior suena a broma, pero quizás no lo sea tanto, finalmente escribir es algo que se va desarrollando en el tiempo y se transforma en un hábito. Ahora bien, la primera vez que me propuse escribir algo con la intención de ser publicado fue a mis veintitrés años aproximadamente. Como a mis quince había leído de Alberto Fuguet y en aquel entonces con un par de compañeros del colegio bromeábamos con algunos personajes o situaciones, supongo que eso hizo que recordara el libro años después y me dijera: “Oye ¿y por qué no escribes un libro?" Así que en una hoja me puse a anotar algunas ideas y unos años más tarde lo retomé y terminó siendo una novela que aún no me atrevo a publicar, creo que le falta mucha revisión, pero en algún momento la retomaré. Ese texto habla de la pérdida como abandono, del materialismo y del valor por la vida. Ha pasado mucho tiempo, pero mi yo de aquellos años algo quiso echar para afuera y ahí está ese manuscrito esperándome.


¿Alguna maña o cábala (horarios, hábitos o rituales) que reconozcas para iniciar el proceso creativo?

Soy de lo más disperso y desordenado que hay en cuanto a mis procesos creativos. Requiero de cierto nivel de tranquilidad y de un ánimo especial para crear. Si bien creo que toda forma es legítima, no me acomoda ponerme un horario para crear. Pienso que si me lo propongo puedo hacerlo, pero simplemente no me siento cómodo de esa forma. Soy más bien de escuchar y escucharme y si viene alguna idea la anoto y si siento que da para más y debo desarrollarla me pongo a escribir, eso lo hago a diario, creo que mantener ese hábito es importante, a veces puede ser una simple frase, una canción, un poema, un cuento o incluso la lista de compras del supermercado. Muchas veces todo puede terminar en nada, lo importante es tomar el lápiz e insistir. Mucho en la vida se trata de persistir, y los resultados que obtengas dependerán, en parte, de la fuerza de voluntad que se tenga. Así que, supongo que esa sería mi “cábala”, ahí está la magia.


Sobre tu experiencia como escritor en general, ¿recuerdas cómo y cuándo decidiste publicar lo que escribes?

Sí, bueno, ya comenté algo de eso en un par de preguntas más atrás. Supongo que fue algo a lo que nunca se me incitó pero que se iba a dar en algún momento. Aparte de mis experiencias escolares, recuerdo que mi papá era muy estricto con los temas de la redacción y la ortografía. Imagino que esto también, de una u otra manera, influyó en que valorara el lenguaje y la escritura. Así, muchas de estas experiencias fueron confluyendo hasta que me planteé publicar. Han pasado varios años desde ese momento y tampoco es que haya trabajado enormemente para publicar, la vida me ha llevado por diferentes caminos y he tenido que concentrarme en ellos y dejar las artes de lado. Hoy estoy un poco más tranquilo y enfocado, y por eso perseguí esta noble causa con El hombre teñido de rojo, algo breve que me permita poner un pie en la cancha y conocer un poco de este mundo de la publicación y editoriales literarias.


¿Qué experiencia directa o indirecta gatilló lo que narras en “El hombre teñido de rojo”? ¿Cómo fue ese proceso: desde la idea a la escritura?

Fue en el año 2016 o 2017. Me encontraba trabajando en una empresa ligada al retail. Ya había sido vendedor durante cuatro años y ahora me desempeñaba como planner comercial hace casi dos. En algún momento me sentí sumamente desmotivado por el sin sentido de mi trabajo y el de muchos otros, en donde se comercializaban bienes que realmente no necesitamos, se crean deseos y se venden haciéndole creer a la gente que son necesidades. A muchas de las personas que trabajan en estas empresas, nada les importaba en realidad más que las apariencias y el estatus, pasarla bien y olvidarse del resto de los mortales. Que sea yo quien diga estas cosas es bien raro, porque académicamente provengo de estudiar marketing y de que en las clases de economía te enseñen que “más es mejor”, pero es la realidad, o al menos es lo que yo percibí. En fin, yo venía observando todo esto desde hace años y no me cabía en la cabeza, cómo nadie de mi entorno se cuestionara alguno de estos asuntos y simplemente seguían trabajando, compitiendo, comprando y mostrando sus “logros”, probablemente con fines de aceptación o del reconocimiento del resto. Me sentía solo, frustrado y pasaba de la tristeza al enojo permanentemente. Tenía que sacar afuera lo que sentía de algún modo y me puse a escribir lo que terminó siendo este “relato” con ficción incluida, porque claro, también tiene mucho de mí y de lo que sentía en ese momento, pero el qué es real y qué es ficción se lo dejo a los lectores como parte importante que son de la ecuación. Un par de años después ocurrió el estallido social, dejé de pensar que estaba loco y también me sentí menos solo.


¿Por qué escoger Santiago como el centro neurálgico en el que se desarrollan los hechos de tu relato?

La verdad no hubo una elección, simplemente tenía que darse ahí. Como la experiencia de Guillermo (el personaje principal de “El hombre teñido de rojo”) era en parte también mi experiencia, lo acontecido debía darse en Santiago. En este sentido, no tuve que imaginar mucho. La capital tiene cierto dinamismo y la gente se comporta, en general, de una manera. El smog, el ruido de los vehículos, la prepotencia en las calles, el trabajo, la competitividad, las palomas en las plazas, los tonos grises, el movimiento, todo eso te moldea y si te pones a mirar las caras en el metro verás bastante tristeza y frustración. Pero, de vez en cuando, te topas con una que otra persona con algo de luz en su mirada o alguien que se atreve a vestir distinto sin temor al qué dirán y a intentar ser él mismo. Ahí le haces frente a lo “marginal”, te topas con lo “raro” y lo raro es interesante, lo raro llama la atención ¿cuántas personas de traje y de vidas correctas no querrían en el fondo estar en los zapatos de ese ser extravagante que ven caminar y al que miran con desprecio? Por otro lado ¿cuántos o cuántas de esas personas grises en realidad tienen un lado oculto que inexorablemente deben sacar a relucir en ciertos momentos? Santiago fue entonces el lugar conocido y propicio para mostrar estas diferencias y situaciones en veinticuatro horas de la vida de una persona, oscurecida la mayor parte del tiempo, pero con una vía de escape que le permite seguir viviendo.


¿Cómo fue la experiencia de ilustrar el relato? Cuéntanos como fueron esos primeros acuerdos con Toba, las ideas y los bocetos previos al resultado de tu libro.

Trabajamos a distancia, ya que él es de Buenos Aires. Incorporar ilustraciones era importante para mí ya que el relato es corto, pero con cierta profundidad y, sentí que podrían servir como una especie de guía, descanso y apoyo a la lectura, además de incidir en la experiencia del lector. Aunque yo ya tenía un par de ideas en la mente, le propuse a Toba que leyera el relato y me diera las suyas. Luego las fuimos conversando y hubo de todo. De las ilustraciones terminadas algunas fueron ideas mías y otras de Toba, también con un par de ellas nos costó un poco más llegar a consenso y fueron modificándose sobre la marcha, mientras él me iba mostrando los avances. Debo admitir que la que para mí es la mejor ilustración del libro fue idea de él. Nos amoldamos muy bien trabajando en conjunto y creo que el resultado habla por sí solo. Toba es muy dedicado y su sensibilidad artística se refleja en su trabajo.


¿Cuál es la principal dificultad de construir un relato breve? ¿Te consideras un cuentista o prefieres el texto largo?

He escrito muy poco como para encasillarme como cuentista o novelista. De hecho, de ser posible, intento no categorizar nada ni a nadie. Si estoy aquí es para explorar las posibilidades y seguir lo que sienta en un minuto dado. Tanto el cuento como la novela tienen sus dificultades, aunque me parece que el cuento requiere de una mayor pericia por parte del escritor, aunque, por el contrario, muchos piensen que el cuento es lo más sencillo de hacer. El cuento tiene reglas claras y es mucho más limitado, debe contar dos historias, pero una debe ser subliminal e ir apareciendo de a poco o súbitamente para sorprender, su extensión es más corta que la novela, no puedes detallar mucho o más bien debes pensar muy bien en lo que no vas a contar, con la idea de que sea el lector quien descifre lo faltante de una forma lo más natural posible. Aunque nada de esto es ley, muchos de los grandes cuentistas coinciden, más o menos, en estos criterios. Por otro lado, debido a su mayor extensión, escribir una novela puede llevar mucho tiempo y esfuerzo. Al tener más libertad requiere un mayor nivel de conexiones entre arcos narrativos y detalles, aunque hay que tener cuidado con esto último y no abusar de dicho recurso, recordando que lo importante es lo narrativo y no lo informativo.

Pero como te digo, no soy ni cuentista ni novelista, simplemente le hago frente a lo que sienta en ese minuto, si es un cuento bien, y si es una novela bien también. Prefiero creer que no soy yo quien toma esas decisiones.


¿Hay intención de mostrar tu talento, pero ahora en el género de la novela? ¿Puedes adelantar algo de lo que preparas en escritura?

Sí, bueno, aparte de la novela que tengo escrita como manuscrito y de la cual ya comenté antes, estoy trabajando en algo que posiblemente tenga también esa forma. Está en pañales, pero uno de los temas a tratar será el autoconocimiento, me refiero a la importancia de conocerse a sí mismos en diferentes etapas de nuestras vidas. No puedo hablar más del asunto. TOP SECRET.


¿En qué momento decides poner fin a la escritura de un texto? Ese día en que dijiste: “ya terminé definitivamente”, ¿o eres un escritor que encuentra siempre mejoras en su texto?

Hay un momento, después de muchos ires y venires entre escrituras, descansos, reescrituras y correcciones, en que me se siento más o menos conforme y puedo dejar el texto en paz y entregarlo a otras manos con la intención de que sea publicado. Después de eso prefiero no volver a leer lo que escribí a menos que sea estrictamente necesario, ya que si lo hago lo vuelvo a ver de forma analítica y encuentro todo malo, entonces, tal vez volvería a corregir y caería en un ciclo de nunca acabar. Creo que todo es mejorable, pero la escritura atiende a diferentes momentos, somos nosotros mismos quienes vamos cambiando y el texto puede estar bien para cierto momento, un momento en el que fuiste algo junto con él y está bien que lo hayas dejado ir. Luego, avanzaste y te transformaste en algo más, entonces, es mejor escribir otra cosa y no mirar atrás, ya que, si lo haces solo “te harás caldo de cabeza”.


Finalmente, ¿qué les dirías a los jóvenes que se inician en el arte de escribir? ¿algún método o consejo de cómo empezar sin morir en el intento?

Les diría: “Jóvenes: para escribir y no morir en el intento, primero deben vivir, y para vivir deben dejar de tenerle miedo a morir. He dicho”.


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